Poemas para no matar (Marcela Muñoz Molina, Chile 1966)

 

POEMA CUATRO 


Me levanto todos los días

y asisto medio maquillada a este carnaval silencioso

tragicómico y cotidiano.

Soy otra todos los minutos.

Hablo por mi boca de cartón piedra

y soporto.


Mientras tanto doy vueltas y vueltas

por lugares no definidos

por sitios inexplorados

por inmensos continentes de gas.


Me levanto todos los días

y me disfrazo

y hago como que trabajo

como que me río

tiendo mis cordeles falsos

mis líneas de luz.

Nadie podría llegar hasta mí ahora.

Y desde aquí veo

como todos cumplen con su actuación

en este teatro de mala muerte,

veo como se buscan, se encuentran

y se abandonan.


Desde aquí y escondida, me río de mi propio papel.


A veces, me limpio el maquillaje y sollozo.

A veces, pego dos lentejuelas más

a mi sucia y vieja chaqueta.


Miento todo el día

y está bien.



POEMA VEINTICUATRO


Creo que recién ahora vengo de vuelta

el sol pasa sobre mi cabeza 358 veces al día

y da vueltas y vueltas a una velocidad desconocida.

Vengo de vuelta

con el movimiento del río

con la certeza de la montaña.

Navego por mis circuitos

doy volteretas entre mis huesos

me recorro

me acaricio.

Tengo ahora el giro del pez

entre las algas y las cortinas.

Veo al árbol y veo la vida que lo mantiene

veo como circula y se transforma la lluvia en su interior

ahora me dibujo hojas en el cuello.

Ahora los barcos son figuritas de papel

que el mar en un soplo hambriento

se ha de tragar.

Ahora se abre la tierra para desmayarme en un golpe.

Ahora vengo de vuelta

Y camino por islas amarillas y circulares

territorios que nunca he visitado

viajo sin dar un paso

vuelo sin abrir las alas.

Desprendo con una mano mi cabeza

y me miro de frente

fijo y brillante

con una pupila que apunta como un relámpago

veo mi cara

mi cara azul y verde

que es todo paisaje

todo paisaje.



POEMA DIECINUEVE


No tengo ahora la razón de la rebeldía

ni del grito para ser escuchada

Tengo algo para decir.

No creo que esta costumbre despiadada

llene los bolsillos de billetes, los diarios con fotos

ni las estanterias con prémios.

Ni siquiera fue en su momento

la mano que me salvó la vida.

Ahora

ninguna de las razones anteriores son valederas

ni me interesa iniciar por ellas una operación de rescate.

Ahora

no es el dolor ni la rabia ni el amor

ni la deseperación

ni las tormentas

sino todo eso destilado y mezclado

con un golpe en la cabeza

seco

sorpresivo

certero.

Ahora

no me emociono cuando lo hago

ni lo acaricio y limpio después

como a un hijo.

Ahora solo escribo para no matar.

                                   

                                                          de Poemas Para No Matar,  2000

                                                                    Foto portada de Anders Birgersson


                                                            



                                                                          














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