Mirka Arriagada (CHILE, 1964)
CONCAVO BAJEL
Tengo
los ojos fijos en el derrumbe del cielo
El lenguaje se pudre
Me
muevo despacio para no estropear el decorado
Cruzo
tu voz de puente
¿Reconoces mi tatuaje en las
cortezas?
Nuestras resinas se funden
y de ese árbol
lastimado
fabricamos el cóncavo bajel
que navega el
anochecido mar de tres días
Amo el cielo despedazado en tus manos
POR CONSENSO
Un muerto golpeaba su féretro
El ministro de mortandad
pública
temía que el cementerio se convirtiera en un motín
carcelario
El muerto insistía con golpes agudos
Que un
muerto no acepte su muerte es algo inaceptable
Lo desenterraron
fue invitado a una mesa de negociaciones
Demostraron que tenía
el pulso ausente
el encefalograma plano
le acercaron un
espejo y este no se empañó
Cerraron la tapa él golpeaba
golpeaba
Cavaron una fosa más profunda
y lo enterraron
boca abajo
CASA NATAL V
Yo tenía unos zapatos verde manzana,
una muñeca inglesa que se llamaba Pituca.
Tenía una casa entre dos esquinas blancas,
el viento me llevaba por la calle Gallo,
con un vestido de encaje
y hambre para el almuerzo.
Tenía el tono de piel de la gente del norte,
el ombligo con mugre,
las rodillas con moretones.
Robaba hostias en un colegio de monjas.
En castigo un lobo me perseguía,
hasta que llegaba la madre,
y el bosque volvía a ser casa.
Recuerdo un varadero pestilente
donde echaba a correr navíos mínimos,
hasta hacerlos encallar
en mi mente caleidoscópica.
Y de pronto
se rompen las fronteras del estanque.
Es decir:
hay un día en que uno parte.
No se lleva canasta,
eso es sólo en los cuentos.
Mi nombre pasó a ser mi dote
lo aprendí entero para darme importancia.
Yo tenía unos zapatos color verde manzana
y la tranquilidad de no saber cuál sería mi muerte.
Yo tenía unos zapatos color de manzanas verdes.
CASA NATAL VII
Yo iba a vivir sola.
Todos vivían solos en mi país.
País desolado.
Puro Chile es tu cielo asolado.
Los hombres sol.
Las mujeres luna.
Hacemos el amor durante los eclipses.
Por eso nuestros niños son oscuros.
La soledad llegó a ser más ancha
que mi espalda.
En mi país no hay héroes.
Nadie ha vencido su soledad.
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