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Mostrando entradas de noviembre, 2022

Juan Gelman (Buenos Aires, Argentina 1930)

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GOTÁN Esa mujer se parecía a la palabra nunca, desde la nuca le subía un encanto particular, una especie de olvido donde guardar los ojos, esa mujer se me instalaba en el costado izquierdo. Atención atención yo gritaba atención pero ella invadía como el amor, como la noche, las últimas señales que hice para el otoño se acostaron tranquilas bajo el oleaje de sus manos. Dentro de mí estallaron ruidos secos, caían a pedazos la furia, la tristeza, la señora llovía dulcemente sobre mis huesos parados en la soledad. Cuando se fue yo tiritaba como un condenado, com un cuchillo brusco me maté, voy a pasar toda la muerte tendido con su nombre, él moverá mi boca por última vez. SÁBADO La intensidad de la basura en almas que se quedan quietas, el ojo que no es como el cuerpo y mira un desierto salvaje. El prójimo como otro dolor y sus rezos sin suerte en la tarde que posa la oscuridad hoja por hoja. El miedo a amar en un callejón. ¿Por qué no vienen las infancias que

Poemas para no matar (Marcela Muñoz Molina, Chile 1966)

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  POEMA CUATRO  Me levanto todos los días y asisto medio maquillada a este carnaval silencioso tragicómico y cotidiano. Soy otra todos los minutos. Hablo por mi boca de cartón piedra y soporto. Mientras tanto doy vueltas y vueltas por lugares no definidos por sitios inexplorados por inmensos continentes de gas. Me levanto todos los días y me disfrazo y hago como que trabajo como que me río tiendo mis cordeles falsos mis líneas de luz. Nadie podría llegar hasta mí ahora. Y desde aquí veo como todos cumplen con su actuación en este teatro de mala muerte, veo como se buscan, se encuentran y se abandonan. Desde aquí y escondida, me río de mi propio papel. A veces, me limpio el maquillaje y sollozo. A veces, pego dos lentejuelas más a mi sucia y vieja chaqueta. Miento todo el día y está bien. POEMA VEINTICUATRO Creo que recién ahora vengo de vuelta el sol pasa sobre mi cabeza 358 veces al día y da vu

Jorge Teillier ( Chile, 1935 )

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  SIN SEÑAL DE VIDA   ¿Para qué dar señales de vida? Apenas podría enviarte con el mozo un mensaje en una servilleta. Aunque no estés aquí. Aunque estés a años sombra de distancia te amo de repente a las tres de la tarde, la hora en que los locos sueñan con ser espantapájaros vestidos de marineros espantando nubes en los trigales. No sé si recordarte es un acto de desesperación o elegancia en un mundo donde al fin el único sacramento ha llegado a ser el suicidio. Tal vez habría que cambiar la palanca del cruce para que se descarrilen los trenes. Hacer el amor en el único Hotel del pueblo para oír rechinar los molinos de agua e interrumpir la siesta del teniente de carabineros y del oficial del Registro Civil. Si caigo preso por ebriedad o toque de queda hazme señas de sol con tu espejo de mano frente al cual te empolvas como mis compañeras del tiempo de Liceo. Y no te entretengas en enseñarle palabras feas a los choroyes. Enséñales solo a decir Papá o Cent

Mirka Arriagada (CHILE, 1964)

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  CONCAVO BAJEL Tengo los ojos fijos en el derrumbe del cielo El lenguaje se pudre Me muevo despacio para no estropear el decorado Cruzo tu voz de puente ¿Reconoces mi tatuaje en las cortezas? Nuestras resinas se funden  y de ese árbol lastimado fabricamos el cóncavo bajel que navega el anochecido mar de tres días Amo el cielo despedazado en tus manos POR CONSENSO Un muerto golpeaba su féretro El ministro de mortandad pública temía que el cementerio se convirtiera en un motín carcelario El muerto insistía con golpes agudos Que un muerto no acepte su muerte es algo inaceptable Lo desenterraron fue invitado a una mesa de negociaciones Demostraron que tenía el pulso ausente el encefalograma plano le acercaron un espejo y este no se empañó Cerraron la tapa él golpeaba golpeaba Cavaron una fosa más profunda y lo enterraron boca abajo CASA NATAL V Yo tenía unos zapatos verde manzana, una muñeca inglesa que se llamaba Pituca. Tenía una casa entre dos es