Apuntes Trasatlánticos II Marcela Muñoz Molina, Chile

 


LA POESÍA AL PODER


La poesía es la única capaz de hacerse cargo al mismo tiempo de la belleza y de la miseria humana. No discrimina en eso. Retuerce y tiraniza al vocero lo exprime y lo consume pero es democrática y generosa con todo lo demás. Ve la belleza que nadie ve, reconoce el dolor que nadie quiere ver, se hace cargo de hijos ajenos, defiende al inocente y también al culpable porque sabe que alguna vez fue inocente. No le importan las deudas cobija a los perdedores y perdona a los vencedores que lloran solos por las noches. Es capaz de comprender los actos de cobardía. La poesía no quiere niños sin zapatos, sin cuadernos, sin frazadas en los inviernos. No quiere madres cansadas y padres sin esperanza, no quiere hijos de la violencia y del abandono. Por eso ella se hace cargo del odio lo intercepta, lo neutraliza y lo embellece.

Asume todo eso que los demás evitamos porque no queremos pagar el precio. Y al final nos perdona, porque ve más allá del ojo humano y más allá de las fronteras estelares.

Ella hace su trabajo todos los días, sin publicidad, sin pretensiones y sin prensa.



LA TIERRA TAMBIÉN ES REDONDA EN AARHUS


Cada ciudad tiene su torre,

para empinarse

y está sola”


Carmen Ábalos



Ninguna torre es más alta que el faro que guía a los barcos en Aarhus. Pintado de brillantes colores, es tan imponente que nadie lo ve. Ellos ven lo que está en la vitrina más próxima, en las pantallas de líquido neón, pero nadie se arriesga a sentir el vértigo de subir la mirada. Quienes han tenido la suerte de tomar distancia, saben donde nace y muere la luz del faro de Aarhus. A doce mil quinientos kilómetros de distancia, es fácil ubicarlo en el mapa. Los navegantes perdidos en el Cabo de Hornos saben, que cuando el viento ha enloquecido los relojes, deben mirar hacia los cielos del norte buscar en la altura ese latido de luz naranja que gira sobre las nubes. Desde la curva sur del mundo, unas pupilas desconocidas cuelgan de esa llama que arde día y noche. El fuego obliga a los marineros a parchar las velas en medio de la tormenta y mantener las manos firmes en el timón. Un viento de ciento cincuenta kilómetros por hora susurra en sus oídos “déjame llevarte” y las calaveras de todas las banderas libran su propia batalla. Es la lucha de la vida y la muerte. Las velas intentan resistir las navajas del viento. La suma de dos océanos embravecidos, abren sus fauces para dejar en claro su poder. Es la lucha del macho y la hembra. El mar tratando de engullir la nave. El viento tratando de desestabilizar la nave. El hielo tratando de colisionar con la nave. Y la nave se aferra a su forma de útero. A su forma de caparazón gigante e invertida, recipiente que cobija a diminutos hombres que se arriesgan a cruzar mares amenazantes, haciendo uso del derecho a medirse con las fuerzas que el instinto llama. Y ella los protege. Un sólo golpe de esas fuerzas feroces, bastaría para que su fondo se llenará de agua. Pero resiste sin sacar la vista del alto faro de Scandinavia. Se niega a dormir allá abajo, entre huesos de otras naves que perdieron la luz en medio de la batalla. Ella sabe que la tormenta habrá de ceder en algún minuto, los marineros deberán reponerse. Las velas descansarán orgullosas de sus fisuras. El útero de madera se balanceará levemente. El viento se convertirá en brisa y la brisa en arrullo. El hielo se alejará en busca de otras naves. El mar deberá recuperar fuerzas y bendecir el valor de sus oponentes. Ella surcará otros mares, más amables que el Cabo de Hornos.

Llegará un día al puerto donde se posa el faro de color y fuego. Al acercarse, se dará cuenta que la ciudad lo tiene a él, para empinarse. Y descubrirá asombrada que la tierra también es redonda en Aarhus.


EL QUINTO ESTADO DE LA MATERIA


Un poeta es un montón de palabras en caos 

a medida que las va ordenando, él va desapareciendo.


LA RAMA ELEFANTE


Recojo las primeras hojas que quemó el verano. Riego los árboles y los pequeños retoños que aparecieron en primavera que ahora miden 15 centímetros. Una rama alta, delgada y orgullosa por primera vez esta temporada, se ha llenado de hojas. El peso ha hecho que se doble y apunte hacía la ventana. Con el viento, ella mueve su pesada cabeza como un elefante que me saluda. Hoy todas las demás están quietas, pero ella es tan frágil que siente cada brisa que pasa. Ha comenzado el último tramo de verano. El otoño mental comienza cuando los niños regresan al colegio la primera semana de marzo. Entonces, esta no será una gran ciudad casi vacía y apacible. Será una ciudad llena de gente que marcha al trabajo con sonrisas en sus rostros, que luego se irán desvaneciendo. Estoy tomando el cuarto café del día. Quizás así cambiara el café por un vaso de vodka la conversación con la rama cabeza de elefante se volvería más fluida y no me costaría tanto entender lo que dice. O podría, en la noche sentarme a aullar en el patio, perturbando un poco a mis vecinos. Sobre todo al del tercer piso, un pequeño tirano tipo Javert que ayer golpeó a su esposa. Una diminuta y pálida mujer con una cara sin expresión, que ahora entiendo es la expresión del miedo. Él debería escuchar mi aullido esta noche, para que sepa cuánto me perturba su violencia y su pose de tipo correcto.

Es una pena que los humanos no tengamos la opción, al menos una vez, de cambiar de especie. Yo correría el riesgo de convertirme en loba, a pesar del peligro de los cazadores. Este traje humano tiene sus límites y uno pierde tiempo buscando formas de romperlo. La rama me dice que así es, que a veces está todo equivocado, la geografía, la familia y hasta la especie. También me dice que no piense tanto. Ella es perfecta y no tiene necesidad de saber cuál es la diferencia entre un poco de agua y un poco de vodka. Si yo realmente fuera una loba, contaría historias sobre mujeres que se sientan en sus patios. Mujeres que conversan con los árboles y las plantas. Que sueñan con amores del otro lado del mundo, que viajan en el tiempo y que conocen el pasillo que lleva a la libertad absoluta.



WEATHER REPORT

El telescopio las enfoca de tal manera que pareciera que están colisionando, pero es sólo un efecto. Están separadas por millones de años luz. No se rozan siquiera. Mientras ellas navegan a una velocidad desconocida, The Beatles cantan Real love. Danzan en el camino que lleva al infinito. En el norte, la primavera estalla contra el verano. Y llueve sobre Santiago. En los últimos días las gotas de lluvia se han vuelto de colores. En las noches, además son de neón. La gente intenta rescatarlas del pavimento y guardarlas en sus bolsillos, pero es imposible. Se deshacen a centímetros del suelo. Han provocado ríos tornasolados, incontenibles. Las ropas tendidas, se han teñido y los patios son un lugar de fiesta. Todos se acuestan tarde, no quieren perderse el espectáculo de la lluvia luminosa. Llegan atrasados a sus trabajos, los niños no asisten a la escuela. Las calles se han vuelto murales horizontales que nadie quiere pisar. Los árboles cargan frutos que duran un par de minutos. Por mi calle han pasado dos perros celestes, uno lila y un gato rosado. Rosados como aquellas que danzan por el camino que lleva al infinito y no se rozan siquiera. El telescopio las enfoca de tal manera que pareciera que están colisionando, pero es sólo un efecto.

El pronóstico del tiempo dice que mañana lloverán letras.



CAMBIO CLIMÁTICO

El origen de la poesía es la imagen y su futuro está en la pureza de la imagen. De ella viene y hacía ella va. El intérprete va perdiendo protagonismo y utilidad.

El poeta también es un animal en vías de extinción.



POR LA MUJER QUE A ESTA HORA

Por la mujer que a esta hora en Somalia entierra a su hijo en un oscuro agujero en la tierra. Por la que no deja de revolver las piedras en la olla para que su hija se duerma y se olvide del hambre. Por la pequeña que está casándose con un hombre cincuenta años mayor que ella, justo a esta hora. La que está siendo cambiada por su padre por dos camellos. Por la que está recogiendo a su hijo en la mitad de calle, con el pecho lleno de balas, sin importarle si morirá ella también en ese intento. Por la que ha sido devuelta a su familia, con el rostro cortado porque no le gustó del todo al marido. Por la viuda que cría tres cabras para vender leche y comprar el cuaderno que su hija necesita para ir a la escuela. Por la que está siendo abusada por un marido borracho, después de ser insultada y golpeada. Por la niña secuestrada en un aeropuerto, para ser drogada y vendida como prostituta. Por aquella que acaba de enterarse que su hijo de seis años tiene cáncer. Por todos esos dolores que desconozco de mujeres que nunca he visto, pero que son mis hermanas, esta noche no lloraré por la leche derramada.

Esta noche conspiraré para lograr el fin de todos sus sufrimientos.


LA REINA ROJA DE GALICIA

Llueve y el otro lado del río desaparece. Llueve y el barco, como siempre pasa en invierno, se bambolea en la costa frente a Galicia, donde navega a mar abierto y el viento lo capitanea todo como en la Patagonia. No es inteligente ir río arriba y ver si puedo llegar hasta Santiago de Compostela para sentarme en la cocina de la niña pelirroja, hija de un vikingo que vivió mil años. Tomar una sopa con ella, mientras esperamos que por su ventana podamos divisar tierra. Podemos pasar días y meses enteros, perdidas en el Atlántico. Esperando lo que todo navegante espera cuando se encuentra suspendido en la fractura de la tormenta. Pero para nosotras que hemos esperado tanto, la aventura del invierno no es más que otra excusa para mirar por la ventana y soñar. Me iría río arriba, pero no es recomendable. Más seguro me resulta usar las alas que mi abuelo me regaló antes de morir. Con esas he cruzado de noche el océano Atlántico varias veces, no se oxidan y he aprendido a soportar el peso de la lluvia.

Con esas sí llego y la alcanzo, no importa de qué tamaño sean las olas.



Red Queeny - acrílico, Marcela Muñoz M.

Comentarios

Mélanie ha dicho que…
Tu blog es un santuario virtual de conocimiento e inspiración.

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