Paul Eluard (Saint-Denis, Francia 1895)
LA CURVA DE TUS OJOS
La curva de tus ojos da la vuelta a mi corazón
Un redondel de baile y de dulzura,
aureola del tiempo, cuna segura y nocturna,
y si ya no sé todo lo que he vivido
es que tus ojos no me vieron siempre.
Hojas de día y espuma de rocío,
cañas del viento, sonrisas perfumadas,
alas que cubren el mundo de luz,
barcos cargados con el cielo y con el mar,
cazadores de los ruidos, fuentes de los colores.
Perfumes nacidos de un enjambre de auroras
que yace siempre sobre el heno de los astros,
como el día depende de la inocencia
el mundo entero depende de tus ojos puros
y toda mi sangre corre en sus miradas.
LAMUERTE, EL AMOR, LA VIDA...
Creí
que me rompería lo inmenso lo profundo.
Con mi pena desnuda,
sin contacto, sin eco,
me tendí en mi prisión de puertas
vírgenes
como un muerto sensato que había sabido morir.
Un
muerto coronado sólo de su nada …
Me tendí sobre las olas
absurdas del verano
absorbido por amor a la ceniza.
La
soledad me pareció más viva que la sangre.
Quería desunir la vida,
quería
compartir la muerte con la muerte,
entregar mi corazón vacío a
la vida
borrarlo todo, que no hubiera ni vidrio ni vaho…
Nada
delante, nada detrás, nada entero.
Había eliminado el hielo de
las manos juntas,
había eliminado la osamenta invernal
del
voto de vivir que se anula.
Tú viniste y se reanimó el
fuego,
cedió la sombra el frío,
aquí abajo se llenó de
estrellas
y se cubrió la tierra.
De tu carne clara me
sentí ligero…
Viniste, la soledad fue vencida,
tuve una
guía sobre la tierra y supe
dirigirme, me sabía sin
medida,
adelantaba ganaba tierra y espacio
Iba sin fin hacia la luz …
La
vida tenía un cuerpo, la esperanza tendía sus velas
promisoria
de miradas confiadas para el alba.
De la noche surgía una
cascada se sueños.
Los rayos de tus brazos entreabrían
la niebla.
El primer rocío humedecía tu boca
deslumbrando
reposo remplazaba el cansancio.
Yo amaba el amor como en mis
primeros días.
Los campos están labrados las
fábricas resplandecen
y el trigo hace su nido en una enorme
marea,
las mieses, la vendimia, tienen muchos testigos,
nada
es singular ni simple,
el mar está en los ojos del cielo o de
la noche,
el bosque da a los árboles seguridad
y los muros
de las casas tienen una piel común,
los caminos siempre se
encuentran.
Los hombres están hechos para
entenderse
para comprenderse, para amarse,
tienen hijos que
serán padres de los hombres,
tienen hijos sin fuego ni
lugar
que inventarán de nuevo a los hombres,
y la
naturaleza y su patria
la de todos los hombres
la de todos
los tiempos.
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