Astrid Fugellie (Chile)


D I _ V A G A N D O


y esto
para que los verbos que tramas sean liturgia
una boca llena de flores

y esto
para cuando caigan las gotas del delirio
y el lenguaje sea lo único rescata-ble

y esto
para cuando quedes en tu nombre, y no en ti
como un muñeco hecho de margaritas

y esto
para cuando vivas y te dejes vivir con la locura
de las infancias

y esto
para cuando aceptes que nada es definitivo
que todo es i-lógico
un accidente in-necesario

y esto
para cuando las proporciones y l'a-simetría
te inclinen a la ternura

y esto
para cuando tu curvatura de hombros sea
la clave de esa escritura en negro

y esto
para cuando todo haya sucedido con anterioridad
antropológica, y
te dejes caer al suelo, y
te eches a llorar

y esto
para cuando, separadas las piernas, en medio de
aquella geometría sin retorno, encuentres la
in-movilidad de dios

y esto
para cuando te sorprenda la muerte, con los
mismos ojos que naciste

(del libro Baúl, Antología II, 40 años de Poesía Inédita, 1973-2013)



LA DESOLLADA


• Vivirás las costas que dan a la Isla
de los Fuegos.
Soy huesa santa, me parieron aquí,
sin consulta previa.
Me vomitaron y después dijeron:

• ¡Salud!, hasta que te crezcan
gusanos y flores.
Óyeme, mírame desollada:
El primer hueso indigno que llevo puesto
es la cicatriz en el vientre que me trajo.
A la Fiesta Negra, el segundo hueso,
el tercero
y los despreciables que le siguen
se dejaron caer en advénticos discursos:

• Formarás una familia de dos hijos varones, un perro sin edad aparente y un conejo que de improviso morirá destrozado por el hocico necio del canino.
Me movilicé, entonces, arrastrando
el tintinear de mi osamenta,
tajada de campana que llama a misa de gotitas
a animales y muecas.



LOS DIEZ MANDAMIENTOS

 1
Cruzar montañas vestida de tribuna.

2
Dormir y amanecer en bodegas de cielo.

3
Caminar calles muertas al filo de la lluvia.

4
Beber agua turbia en ayunas, junto a una piedra quemada.
5
Preguntar por la niña con olor a magulladuras.

6
Ir tragando el azufre hasta que, tarde abajo, canten las viudas de corazón piadoso.

7
Intentar tener en medio de las sombras el alma como una tienda de música.

8
Preguntar a la gente el oficio y la costumbre con esta cara que el Diablo me presta.

9
Saber, en definitiva, en qué tierra se nace para que este Lunario no lleve mirada de difunto.

10
Luego 
sentarse.






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