Hugo Vera Miranda (Chile, 1951)



Niño en la escuela


Recuerdo la escuela como una prisión. Cercada por barrotes, celadores y un gran sheriff. Un gran sheriff que oficiaba de Director. Con profesores que comulgaban con cierto despotismo semi-ilustrado. En donde el alumno era un vasallo que debía digerir sus meticulosas enseñanzas. No había lugar para el debate. La discusión o el encuentro. Desde su pedestal de monos parlantes, nos daban clases. No debías contradecirlos. No debías meter las manos en los bolsillos. No debías masticar un chicle. No debías sonreír. No debías hacer preguntas. No debías aflojarte la corbata. No debías hablar con el compañero. No debías estornudar. No debías pedir permiso para ir al baño. No debías estar desatento. No debías pararte. No debías sentarte. No debías gritar. No debías copiar. No debías enojarte. No debías llorar. No debías reír. No debías molestar. No debías molestarte. No debías. Un día un profesor de apellido Riquelme me dijo: "Usted Vera, tendría que haber nacido en la población Los Nogales de Santiago y no en Puerto Natales. Usted tiene pinta de delincuente". Eran estigmatizadores al extremo. Mi delito era mascar chicles y meter mis manos en mis bolsillos traseros. Cuando te pillaban desprevenido te hacían pasar a la pizarra. Ahí comenzaban a zaherirte de lo lindo. Te dejaban en ridículo. Te bastardeaban. Te jodían la vida. Se reían de ti. Te convertían en personaje inolvidable. Fomentaban la delación, el escarnio y el delirio. Hinchados de una autosuficiencia ególatra tomaban a sus alumnos, como pequeños perversos polimorfos, que nunca llegarían a comprender sus sabias enseñanzas. A los desordenados lo sentaban adelante. Ejercer el control. Los acusetes nadaban a sus anchas. Eran los buenos de la prisión. Aún hoy puedo distinguir un acusete en cualquier parte en donde se encuentre. En la presidencia. En un ministerio. En un comandante de avión. Esa sonrisa con ventaja los delata. No los redime. He comprendido, al fin, que lo más importante es desaprender que aprender. Pero a pesar de todo. Pienso que en algo mi profesor Riquelme tenía razón. Sigo teniendo pinta de delincuente. A pesar mío.

                                                                                                      
                                                                                                                          http://vimeo.com/31557196





Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Es increíble y emocionante lo que escribe aquí porque muchas de esas exigencias y situaciones me sucedían a mi y a mis compañeros de la clase y el colegio enter incluso.Me sentí muy identificado al leerlo. Felicitaciones por lo que compartes. Víctor Torres vinaltoca@hotmail.com. yo también escribo.

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