Los arcanos del alma ( Astrid Fugellie, Chile)
Hay estaciones comunes,
antiguos horizontes tarareando su infinita permanencia
en mis instintos torrenciales, en mis esquinas de corazón
enredado y taciturno.
Un gran cementerio de árboles vestigia mi destino
de carbón desgarrado.
La vida puja su primer aguacero en mi frente de bestia,
de cruz, de roble ennegrecido y triste como los pájaros
de la media tarde.
Hay una amargura distinguida con la edad de los glaciares,
con la insinuación macra de los problemas:
El oído, la boca apta, la farándula diaria,
el trayecto ahuecado en busca del leño santo a un costado
de los orines.
Hay una biografía gris heredada de algún paleolítico oscuro.
Témpano y sepultura,
generación acribillada en las tempestades del ébano.
Cuando el siglo esgrime su carácter
hay algo que me habita y que me duele como los siete misterios
de la fatalidad y el hambre.
Con su mueca, con su temperatura, una especie de Dios
afligido
crucificando mi enorme tolerancia de ser
vientre.
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