La vida como en el fútbol o viceversa (Hugo Vera Miranda, Chile)
Mientras
miraba un partido del Fenerbahce contra Barcelona le escuché decir a
mi ex pareja, esta frase: "No sé que gracia le ven mirar el
fútbol cuando son 22 tipos corriendo detrás de una pelota". En
esta frase simplona y ramplona se esconde la soberbia supina de la
ignorancia. Es difícil encontrar un espectáculo superior al fútbol
en casi todas las artes. Allí vemos tal como tan bien lo diseñara
Alejandro Dolina- toda la comedia humana. Está el cobarde que
siempre arruga, que se apaga en los momentos difíciles. El
muchachito que salva el partido en el último minuto. El arquero que
pasa de héroe a villano en fracciones de segundo. El centro
delantero aprovechador que hace que trabajen los otros y que en forma
fortuita le rebota la pelota y gana el campeonato, luego aparece en
la tapa de todos los periódicos y a sus compañeros ni lo nombran.
El egoísta que siempre hace una de más, que nunca la entrega y
generalmente pierde el balón. El dadivoso que trabaja para todo el
equipo sin esperar nada a cambio. El defensa que para y para las
andanadas del adversario y se mantiene incólume defendiendo su
valla. El altruista que siempre se sacrifica por todo el terreno de
juego. El que posee la magia y es distinto al resto, que es único y
saca palomas de su galera. El pusilánime acomodaticio que le hecha
la culpa al terreno de juego, a la lluvia y al árbitro. El bondadoso
que prestamente socorre a un compañero e incluso a un adversario a
incorporarse sobre el terreno si aquel se ha caído. El violento que
cada vez que aparece un bulto sobre su punto de mira va y lo voltea
sin miramiento. El caudillo que lleva al equipo sobre sus hombros y
dirige a sus compañeros con instrucciones precisas. El generoso que
ubica al jugador mejor perfilado y le da el pase gol que bien podría
haberlo hecho él. El que renuncia a jugar bonito y mete la pierna
cuando las cosas no están para bollos. El triste que deambula por
todo el contorno de la cancha como si estuviera en trance,
generalmente será sacado por el entrenador o por la hinchada. El
farrero que siempre hace una de más y se pierde todas las
oportunidades del juego. El simplón que juega como quien va a
trabajar a una oficina de gobierno. La traición está ejemplificada
en el tipo que no socorre, no acompaña, no ayuda y juega con
desgano. En fin, vemos pasar ante nuestros ojos en ese gran
espectáculo que es el fútbol, como bien lo dijimos, toda la comedia
humana. Toda la gran estupidez humana. Toda la inconmensurable
capacidad que tiene el ser humano de reír y llorar, de vivir en este
pequeño mundo nuestro.
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